Actores centrales del colapso financiero que ya devino en crisis recesiva con despidos laborales en masa en EEUU, directivos del lobby sionista bancario estadounidense se hicieron presentes el miércoles en el Capitolio para “explicar” a los congresistas qué hicieron con la danza billonaria de dólares que recibieron en concepto de “salvataje” por parte del Estado USA, cuya administración -ahora con Obama- continúa utilizando dinero público para rescatar a bancos e instituciones privadas quebradas por la crisis.
[postpic=left]107112[/postpic] Durante una audiencia del Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes, altos ejecutivos de ocho principales conglomerados bancarios de Wall Street (la crema de la crema del lobby sionista) -Bank of America, Bank of New York Mellon, Citigroup, Goldman Sachs, JPMorgan Chase, Morgan Stanley, State Street y Wells Fargo- insistieron en que la situación “sería peor” sin el plan de rescate de US$ 700.000 millones que el Congreso aprobó en octubre pasado para adquirir los activos “tóxicos” dejados por la crisis financiera.
El primer tramo del macro-negocio privado de los pulpos bancarios con la crisis financiera se inició en octubre pasado con la aprobación por parte de la Cámara de Representantes de EEUU del plan de crisis de Bush para salvar a las entidades quebradas con dinero público. Una operación inicial de US$ 700.000 millones que el Tesoro USA (por medio de emisiones de deuda pública) entregó a los bancos privados del Sistema de la Reserva Federal.
El martes, la administración Obama lanzó otro programa de ”rescate financiero” por medio del secretario del Tesoro, Timothy Geithner (ex presidente de la Reserva Federal de Nueva York),que prevé movilizar hasta US$ 2 billones (1,5 billones de euros), procedentes del Tesoro, de la Reserva Federal y de inversores privados, bajo el argumento de que servirá para evitar la catástrofe financiera.
Los mismos legisladores demócratas y republicanos que votaron el plan de rescate de Bush instaron a los banqueros a reconocer la “ira” de los contribuyentes ante la escasa “transparencia” sobre el manejo de los fondos y la percepción de que el dinero no se usó para cumplir con la meta de flexibilizar el crédito a los consumidores y negocios ni tampoco sirvió para detener el colapso financiero en EEUU.
”Reina un gran indignación en el país, y buena parte se justifica”, lanzó el representante demócrata Barney Frank, líder del Comité.
Pero fue el representante de Goldam Sach quien expresó el sentir general: “Es muy claro que hemos quedado en el medio de la furia popular. En mis 26 años en Goldman Sachs nunca vi mayor distancia entre el ramo de servicios financieros y el público” admitió el presidente de ese banco, Lloyd Blankfein.
El ejecutivo de Morgan Stanley, John Mack, dijo que la crisis de liquidez subraya la urgencia de ”un cambio profundo” en el sistema.
Mientras la economía norteamericana padece una feroz crisis recesiva con quiebra generalizada de empresas del sector industrial y comercial, con despidos laborales masivos, los poderosos conglomerados bancarios que integran el sistema de la Reserva Federal reciclan una burbuja ganancial con el Estado USA como instrumento.
Este proceso (donde se aprovecha la crisis financiera para generar un nuevo proceso de rentabilidad capitalista) permite la consolidación de un puñado de conglomerados financieros ”ganadores” de la crisis que se degluten a las instituciones quebradas mediante compras o fusiones forzadas.
La utilización del Estado para salvar a los bancos privados con fondos públicos ya generó en la opinión pública norteamericana un proceso de rechazo creciente, y aunque la prensa norteamericana “oculta” sistemáticamente la verdadera naturaleza de los rescates (el negocio de un puñado de conglomerados del sistema bancario de la Reserva Federal) los banqueros han pasado a ocupar la figura de mayor rechazo entre el ciudadano común.
La indignación se acentuó cuando la prensa norteamericana difundió comentarios irónicos y burlescos sobre la crisis que habían formulado algunos miembros de Kappa Beta Phi, una fraternidad exclusiva y reservada de los pulpos bancarios de Wall Street, algunos de los cuales estuvieron en el Capitolio el miércoles.
Fundada antes de la crisis del mercado bursátil de 1929, Kappa Beta Phi se reúne sólo una vez por año y siempre en el St. Regis, el tradicional hotel de más de 100 años de antigüedad ubicado sobre la Quinta Avenida de Nueva York. Una gran parte de los directivos que se benefician de los planes de rescate financiero integran la cerrada “hermandad” sionista.
Según el diario financiero The Wall Street Journal, los asistentes a la cena de gala de la fraternidad de este año ovacionaron de pie una interpretación de American Pie de Don McLean, reescrita para que dijera Bye, bye to my piece of the pie (algo así como ”adiós a mi pedazo del pastel”).
“Me siento como el alcalde de Nueva Orleans después del huracán Katrina”, bromeó Alfred E. Smith IV, el líder del grupo, citado por el Journal. “El FBI advirtió que Al-Qaeda planeaba un ataque espectacular para paralizar la economía estadounidense “¡Pero el Congreso de Estados Unidos se les adelantó!”, agregó.
El ex secretario del Tesoro de EE.UU., Henry Paulson, a su vez ex presidente ejecutivo de Goldman Sachs y artifice del salvataje bancario con Bush fue uno de los personajes mencionados en una canción durante la cena anual de la “fraternidad”: “¿Dónde está el dinero del rescate gubernamental, Hank? ¿Una parte se fue por las grietas? Dejaste que Lehman quebrara pero no tu amado Goldman Sachs”.
Mientras la “fraternidad” financiera se divierte e ironiza sobre la crisis, a la sombra del Estado, el sistema bancario privado que controla la Reserva Federal de EEUU concreta un negocio billonario con los impuestos públicos (el dinero de los contribuyentes que abonará el “mega-rescate”) lo que hace que el costo de la crisis financiera privada sea pagado por todo el pueblo norteamericano.
Esto carga y acentúa cada vez más el rechazo popular hacia los banqueros.
[goodbye]apocalipsis[/goodbye]