Departamento de Estado y Pentagono Hacen las Paces en Honduras

El teatro del absurdo – Farsa imperial: El Congreso “golpista” decide sobre la restitución de Zelaya[/h3]

Es la primera vez que un golpe de Estado promovido por EEUU en su patio trasero se torna en un absurdo: El mismo Congreso que destituyó a Zelaya el 28 de junio, ahora es el encargado de restablecer la “democracia” decidiendo sobre su restitución en la presidencia de Honduras.

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IAR Noticias

El contrasentido parte de otro absurdo: Tanto los golpistas (Micheletti) como el derrocado (Zelaya) se someten a un acuerdo de “unidad y reconciliación” promovido tanto por el Pentágono (el sostén del golpe) como por el Departamento de Estado (el sostén de Zelaya).

La farsa, a su vez, se completa con otro absurdo: El derrocado (Zelaya) “legaliza” el golpe de Estado acordando con sus verdugos y aceptando un posible regreso “condicionado y temporal” (despojado de poder) a la presidencia. Pero hay algo más: Tras firmar el pacto de “unidad”, no se tiene la certeza de que el Congreso golpista decida la restitución presidencial de Zelaya. ¿Como se titula este nuevo culebrón? Tenemos uno: “Farsa imperial, por izquierda y por derecha”.

El acuerdo firmado por los representantes del presidente depuesto de Honduras, Manuel Zelaya, y del de facto, Roberto Micheletti, establece la integración de un Gobierno de Unidad y Reconciliación Nacional, y que el Parlamento decida sobra la restitución del gobernante derrocado.

El pacto sólo se suscribió cuando una comisión conjunta de demócratas (sostenedores de Zelaya) y de republicanos (sostenedores de Micheletti) decidió viajar a Honduras para imponer los términos del acuerdo. Esta realidad no impidió que Tom Shannon, el representante de EEUU en América Latina, califique de “héroes de la democracia” a los negociadores convertidos en golpistas y “demócratas” al mismo tiempo.

El documento señala que “para lograr la reconciliación y fortalecer la democracia, en el espíritu de los temas de la propuesta del Acuerdo de San José, ambas comisiones negociadoras hemos decidido, respetuosamente, que el Congreso Nacional (que destituyó a Zelaya con las FFAA y ordenó su expulsión del país), como una expresión institucional de la soberanía popular, en uso de sus facultades, en consulta con las instancias que considere pertinentes como la Corte Suprema de Justicia y conforme a ley, resuelva en lo procedente en respecto a “retrotraer la titularidad del Poder Ejecutivo a su estado previo al 28 de junio hasta la conclusión del actual periodo gubernamental, el 27 de enero de 2010”.

“La decisión que adopte el Congreso Nacional (golpista) deberá sentar las bases para alcanzar la paz social, la tranquilidad política y gobernabilidad democrática que la sociedad demanda y el país necesita”, señala el texto del acuerdo en otro párrafo.

Pero hay algo más, que roza lo demencial: El que propuso al Parlamento golpista fue su propia víctima, Zelaya, ya que Micheletti proponía que la resolución la tomara la Corte Suprema. La decisión implica que el Congreso golpista será ahora paladín del regreso de la la democracia en Honduras.

¿Cuánto demorará el Congreso en tomar la decisión?

El acuerdo no lo especifica, pero los analistas estiman que debería ser antes de las elecciones, para que el “zelayismo” y la comunidad internacional avalen y legalicen el proceso.

El punto más complejo es la fecha (en caso de ser aprobada) de la vuelta de Zelaya al gobierno: Zelaya dijo que debe ser antes del 29 de noviembre y Micheletti, que no será antes de ese día. Nadie sabe qué decidirá el Congreso, y ya hay quienes sostienen que la vuelta del derrocado va ser estirada lo más posible para que se realice sólo unos días antes de la asunción del nuevo gobierno (que surja de las elecciones), el 27 de enero.

Juan Barahona, un líder de la “resistencia zelayista”, expresó su “satisfacción principalmente con la restitución de Zelaya, aunque conlleva la renuncia a la Constituyente”. Aludía a que la reforma constitucional, también muy poco clara que buscaba Zelaya, quedó olvidada.

“El Congreso Nacional tomará la decisión de restituir o no al depuesto presidente Manuel Zelaya, conforme a lo que establece la Constitución y las leyes hondureñas”, dijo a su vez el presidente del Congreso, Alfredo Saavedra, poniendo entre paréntesis el regreso al poder del líder derrocado.

Y Micheletti dijo que apoyó “esta propuesta para lograr lo más rápidamente posible un acuerdo final”, pero luego aseguró que esperaba “persecución política” de parte de Zelaya y sus seguidores. Micheletti, que el viernes dejó Tegucigalpa, no quiere que el presidente depuesto retome el poder antes del 29 de noviembre. Por lo que se trataría de un retorno simbólico de Zelaya.

El presidente derrocado en junio, expulsado del país y regresado el 21 de septiembre en sigilo para refugiarse en la embajada de Brasil, donde aún está, sostuvo el viernes que el reconocimiento de la situación institucional previa al 28 de junio es “el retorno de la paz al país”, y se mostró confiado en lograr la “reconciliación nacional”.

El pacto dispone que el Congreso retrotraiga la situación al 28 de junio, el día del golpe, y eventualmente (si así lo decide) restituya al presidente derrocado. Pero no hay fechas ni certezas absolutas, en tanto las elecciones presidenciales están llamadas para dentro de 29 días.

El acuerdo apunta casi de modo excluyente a preservar esos comicios que EEUU incluso amenazaba con desconocer si no se solucionaba la cuestión institucional.

“Algunos sectores de la izquierda latinoamericana están convencidos que lo que se produjo en Honduras fue un golpe perfecto. Argumentan que después de haber provocado el derrocamiento del presidente Manuel Zelaya, EEUU propicia ahora un acuerdo para legitimar las elecciones de noviembre. Dicen que incluso si el Congreso decide restaurar a Zelaya, lo único que hará éste es colocarle la banda a su sucesor. Concluyen que EEUU logró deshacerse así de un aliado de Hugo Chávez en Honduras”, señala la corresponsal de Clarín en Washington, Ana Baron.

Según la corresponsal, “lo que inclinó la balanza hacia un acuerdo entre el golpista Roberto Micheletti y Zelaya fue el hecho de que EEUU finalmente intervino unilateralmente. Ninguna de las misiones integradas por presidentes y cancilleres de la región logró que los dos líderes sellaran un acuerdo siquiera débil. Ni siquiera Brasil pese a su influencia pudo convencerlos de la necesidad de que firmen los acuerdos de San José logrados por la mediación del presidente costarricense Oscar Arias”.

Mostrando que la decisión fue concertada, la diputada Ileana Ross Lehtinen, una vocera del sector conservador republicano que apoya al gobierno golpista en el Congreso de EEUU, dijo el viernes que “me gratifica que EEUU y la OEA finalmente puedan darle todo el apoyo a esas elecciones y no pongan mas obstáculos al proceso democrático hondureño”.

Y si el sector halcón conservador (promotor del golpe) está de acuerdo con la vigencia de la “gobernabilidad democrática” ¿Para qué impulsó el golpe que derrocó a Zelaya”.

Un detalle: Para los republicanos conservadores la “gobernabilidad democrática” en Honduras (como en el resto de América Latina) significa un gobierno sin la sombra de Chávez utilizando a Zelaya como un Caballo de Troya.

En suma, lo que parece una interna bananera entre dos sectores de la oligarquía hondureña (uno conservador, y otro vestido de “socialista”) en realidad no lo es tanto, y sienta el primer precedente histórico de un enfrentamiento interno en EEUU entre republicanos y demócratas luego de un golpe de Estado avalado por el Pentágono en el patio trasero.

Los conservadores (demócratas y republicanos) y los halcones militaristas (alianza del sionismo judío con la derecha cristiana) que controlan los resortes de decisión del Pentágono y del Complejo Militar Industrial (capitalismo de guerra), están convencidos de que las políticas de “diálogo y tolerancia” que propicia Obama conducen a una pérdida del poder militar de EEUU y a una fortificación de sus enemigos situados en el “eje del mal”.

Los halcones judeo-estadounidenses (que manejan las políticas militares y las hipótesis de conflicto externo de Washington) no miran ni analizan a Chávez desde una perspectiva exclusivamente latinoamericana.

En el decálogo analítico (cerrado y prehistórico) de los halcones y gusanos del Pentágono y del Departamento de Estado USA, tenerlo a Chávez en Venezuela, es como tenerlo a Ahmadineyad controlando el petróleo de Venezuela y comprando aliados regionales con oro negro a precio preferencial.

Chávez (en la cosmovisión conservadora) es una pieza funcional de Irán y Rusia en el tablero latinoamericano y, por más que coquetee con la administración Obama, su destino está atado a la geopolítica petrolera enfrentada a los intereses del eje USA-UE que hace del oro negro su máximo objetivo de supervivencia.

De las misma manera (y por el mismo mecanismo de conversión), tenerlo a Zelaya en la gerencia de Honduras, es como tenerlo a Chávez regenteando poder político en la principal “base terrestre” del Pentágono en América Latina.

Este fue, en síntesis, el argumento que condujo al golpe de Estado que destituyó a Zelaya el 28 de junio.

Y su posible restitución, sin poder y por pocos días (si es que el Congreso lo aprueba), es nada más que un ensayo formal para preservar la “gobernabilidad del sistema democrático” como principal estandarte de la estrategia de dominio con el “poder blando” en América Latina.

Esa coincidencia esencial, fue la que llevó al demencial pacto por el cual los propios golpistas se convierten en puntales de la “restauración democrática” en Honduras.

[goodbye]apocalipsis[/goodbye]

 

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Author: admin

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