El tablero del conflicto nuclear de Corea del Norte con EEUU y las potencias sigue sin resolución. Los expertos miran ahora hacia la frontera que separa a Norcorea de Corea del Sur. Se habla de un desenlace militar de características imprecisas. En ese tablero, Kim Jong-il y el “club nuclear” podrían encontrar una nueva “salida transitoria” negociada.
[postpic=center]129610[/postpic]
Por Manuel Freytas
Hay que acostumbrarse: desde el fin de la Guerra Fría y del colapso de la Unión Soviética (sostén universal de los movimientos y procesos revolucionarios) el sistema capitalista con EEUU a la cabeza se ha quedado sin enemigo estratégico.
En la post Guerra Fría nadie quiere terminar con el dominio planetario del capitalismo, sino acomodarse y supervivir lo mejor posible dentro del sistema.
En consecuencia, lo que quedan (sueltos) son conflictos intercapitalistas por apoderamiento de los recursos estratégicos del planeta, o conflictos por reivindicaciones y reclamos puntuales como es el caso de Corea del Norte.
Más allá de sus estrategias disuasivas de amenazar para negociar, el régimen nuclear encabezado por Kim Jong-il no quiere hacer explotar el planeta capitalista, sino que aspira a que EEUU y las potencias le otorguen asistencia financiera y económica y le dejen un lugarcito bajo el sol con sus ojivas nucleares.
¿Qué son 7 ojivas comparadas con las decenas de miles que acumula el “club nuclear” que controla el Consejo de Seguridad de la ONU?
Pero hay una posibilidad inquietante que los expertos barajan: Una sola bomba nuclear que estallara en alguna metrópoli occidental, además de activar una respuesta atómica devastadora contra Corea del Norte, produciría un efecto encadenado de pánico mundial que derrumbaría los mercados y paralizaría la economía global.
Ni Kim Jong-il (un estallido nuclear sería su suicidio y el de su pueblo) ni los líderes mundiales, incluidos los de Rusia y China, quieren esa posibilidad que podría colocar al planeta al borde del Apocalipsis.
Entonces ¿Porqué las potencias dejan que Kim Jong-il y su régimen sigan danzando y amenazando con ojivas nucleares en su “villa miseria nuclear” de Pyongyang?
En primer lugar, los movimientos militares nucleares del régimen norcoreano son monitoreados al segundo por los sistemas de vigilancia satelitales, tanto rusos, chinos como occidentales, y posiblemente Kim Jong-il no alcanzaría a apretar el gatillo sin que antes reciba una respuesta nuclear demoledora de los barcos, aviones y submarinos USA estacionados en Corea del Sur.
En segundo lugar, en su estrategia calculada de “amenazar para negociar”, Kim Jong-il y su régimen se resisten a desmantelar efectivamente sus centrales nucleares y a revelar su armamento estratégico (la única herramienta disuasiva con que cuenta) como le exige EEUU.
Como reclamo de fondo, lo que busca Corea del Norte es un acuerdo global que le garantice ayuda financiera, energética y alimentaria y que se le reconozca un status aceptado en el club de las potencias nucleares.
Ese acuerdo es inviable: Ni Rusia ni China (supuestos protectores del régimen de Pyongyang), además de EEUU y sus aliados de la UE, quieren una Corea del Norte nuclearizada que rompa el statu quo atómico establecido por las potencias capitalistas del “club nuclear” que controlan el Consejo de Seguridad de la ONU.
Las posiciones son irreductibles: Si bien Corea del Norte no puede disparar una sola ojiva nuclear sin suicidarse, ni EEUU ni las potencias pueden terminar con su arsenal nuclear sin destruirlo por la vía militar.
Y para destruir el arsenal y las centrales nucleares norcoreanas sólo existen dos vías: Un ataque con misiles nucleares o una invasión militar.
Ninguna de esas opciones son válidas: La destrucción nuclear de Corea del Norte (por razones obvias) no está en la agenda de EEUU y de las potencias, y una invasión militar (seguramente con la oposición de Rusia y de China) equivaldría a desatar un conflicto regional de costo impensable para el Imperio y sus socios de las potencias sionistas.
La amenaza norcoreana de atacar Corea del Sur generó una inmediata tensión militar en la península y desató mecanismos de alarma mundial y regional que no había conseguido con el lanzamiento de 4 misiles en 72 horas.
El Ejército Popular de Corea del Norte, por su tamaño, está considerado el cuarto más grande del mundo, con más de un millón de militares en actividad y otros 4,7 millones en la reserva.
EEUU mantiene en Corea del Sur bases militares, submarinos, buques y aviones dotados con poder nuclear, y unos 30.000 efectivos que se verían obligados a involucrarse en un teatro de guerra convencional en caso de que Norcorea ataque a Corea del Sur.
Un conflicto armado convencional en la península coreana abriría un nuevo frente de guerra que a EEUU -acosado por la crisis económica y desgastaado por las ocupaciones militares- se le tornaría muy difícil de sobrellevar.
Ese precisamente, puede ser el talón de Aquiles (a nivel disuasivo) que explote el régimen de Pyongyang (para obligar a EEUU a negociar) realizando alguna provocación por medio de alguna escaramuza con escalada militar en la frontera con Corea del Sur.
Además, por el entrelazamiento comercial (a nivel de importación y exportaciones) que mantiene Corea del Sur con el eje China-Japón-EEUU, cualquier proceso desestabilizante en su economía (como puede ser una batalla militar en la frontera) se convertiría en una crisis de alto impacto en los mercados internacionales.
Abriendo el paraguas, este miércoles el enviado especial de EEUU para Corea del Norte, Stephen Bosworth, descartó una invasión militar para sustituir al actual régimen norcoreano.
“No tenemos la intención de invadir Corea del Norte ni cambiar por la fuerza su régimen”, declaró Bosworth, al intervenir en la cena anual con representantes de la comunidad coreana en Nueva York. “Las negociaciones y el diálogo son el mejor método para dar una solución definitiva al problema”, agregó.
De cualquier manera, y desde el punto de vista estratégico, parecería que no existe salida militar viable (ni para las potencias ni para Pyongyang), pero nada descarta que en las próximas horas o días, situaciones de tensión o enfrentamientos en la frontera vuelvan a producirse.
Por ahora, continúan las operaciones de acción psicológica disuasiva por parte del régimen norcoreano
Rusia -sirviendo de vehículo a la estrategia disuasiva de Pyongyang- aseguró este miércoles que tiene información sobre los planes norcoreanos de lanzar un misil balístico, aunque no sabe cuándo tendrá lugar, según la agencia Interfax.
La noticia se conoció mientras el ministro de Defensa de Corea del Sur afirmaba que las recientes iniciativas del Norte estaban vinculadas a los planes de sucesión del líder Kim Jong-il, y mientras las potencias mundiales se acercaban a un acuerdo en las Naciones Unidas para aprobar nuevas y más duras sanciones contra Pyongyang.
EEUU y las potencias que controlan el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (incluidas Rusia y China) se pusieron de acuerdo para terminar de estrangular económicamente a Corea del Norte aumentando las sanciones por sus actividades nucleares y balísticas, señalaron varias agencias internacionales.
Las posibles medidas a adoptar por el Consejo son: sumar a la lista negra de la ONU a empresas que ayudan en los programas nuclear y de misiles de Pyongyang, y cambiar el embargo de armas por la prohibición de exportar e importar todo tipo de armamento, no sólo pesado.
Las nuevas sanciones pondrían la soga al cuello a Norcorea, cuya población padece una crisis y una hambruna sin precedentes, principalmente como consecuencia del bloqueo económico de Europa y EEUU, mientras que las relaciones económicas con el resto del mundo son mínimas y el país subsiste recibiendo ayuda alimentaria de la ONU.
Por lo tanto al régimen de Kim Jong-il se le acaba el tiempo: Si no genera una acción disuasiva creíble en el corto plazo que obligue a EEUU a otorgarle nuevas concesiones en una mesa de negociación, su supervivencia interna estaría comprometida.
En el escenario de enfrente, las potencias de la ONU hasta ahora se mostraron indiferentes a los “ensayos” misilísticos de Pyongyang y no presentan signos de estar dispuestas a entablar negociaciones con el régimen norcoreano sin garantías verificables del desmantelamiento de sus centrales nucleares y la entrega de sus ojivas atómicas.
El conflicto parece haber llegado a un punto donde se hace inevitable un desenlace militar (por enfrentamiento directo o por escalada) que impulse y justifique nuevas negociaciones entre las partes.
Los expertos miran hacia la frontera que separa a Norcorea de Corea del Sur.
En ese tablero, Kim Jong-il y las potencias del “club nuclear” podrían encontrar una nueva “salida transitoria” negociada.
[goodbye]apocalipsis[/goodbye]